noviembre 10, 2024

La cita incumplida y los muertos

–“Vamos a ver qué comenta el gobernador”, dijo la futura presidenta, la doctora científica CSP, cuando los ávidos reporteros la abordaron tras la explosiva carta.

Por Rafael Cardona

Si nos atenemos a la carta distribuida por el abogado del señor Zambada en cuya cuidadosa redacción se omiten los factores por los cuales una banda de narcotraficantes puede intermediar en la solución de conflictos de poder en la vida universitaria (nada aparentemente más alejado en la vida; el mundo narco y la academia) ni cuál es la naturaleza de esa dependencia, debemos analizar a los cuatro protagonistas.

Uno, el señor Ismael “Mayo” Zambada quien gozaba de la protección del jefe policiaco José Rosario Heras López de quien no se sabe nada.

Dos, el joven Guzmán López, hijo de Joaquín Guzmán Loera, socio del primero, hoy preso también en Estados Unidos.

Tres, Melesio Cuén, diputado y fundador del partido sinaloense y ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, quien para usar palabras de Mario Puzzo en “El padrino”, ya mora conmlos pecesd,  y last but not least, como dicen los gabachos, Rubén Rocha Moya, actual gobernador del estado cuya posición política siempre ha sido atribuida a la operación electoral del cártel del Pacífico.

Los tres primeros estuvieron en el fraccionamiento Huertos del Pedregal. De los cuatro es el único indemne y si se quiere ver así, el gran beneficiado, a pesar de las murmuraciones.

Hasta en lo político gana, pues su coartada de oportunísima factura, lo ubica fuera del estado durante el desarrollo de esta trama. Su ausencia no elimina la posibilidad de una cita previa a la cual simplemente no acudió a pesar de lo convenido. Tampoco sería remoto su conveniente “soplo” a las autoridades estadunidenses a través de algún “canario” de dimensiones menores.

Pero si la coartada no fuera suficiente, en este país bastan y sobran estas palabras para relucir como una patena bendita en la comunión papal:

“—Qué bien que se ha aclarado cuál es la situación –dijo el presidente López Obrador–, en dónde estabas y que no fuiste convocado a ningún evento. Más claro ni el agua y no van de todas maneras, no van a parar… Nosotros (él, pues), le tenemos (yo) toda la confianza al maestro Rocha, toda la confianza al gobernador Rubén Rocha y lo felicito porque da la cara. No dejó pasar ni un día…”.

Pero si a esa exoneración política desde las alturas se le suma esta otra, la limpieza se convierte en atributo transexenal:

–“Vamos a ver qué comenta el gobernador”, dijo la futura presidenta, la doctora científica CSP, cuando los ávidos reporteros la abordaron tras la explosiva carta.

“Públicamente, hace una semana, dijo que ese día él no estaba en Sinaloa, que estaba en Los Ángeles. Ya ustedes saben, pero vamos a ver qué dice y hay que esperar”.

– “¿Confía en el gobernador? -se le preguntó.

– “Sí -respondió”.

Y esa doble bendición lo vuelve invulnerable.

LECTURAS OCIOSAS

“Aunque los detalles de la Matanza de San Valentín aún se discuten, y nadie fue procesado por el crimen, los asesinatos son atribuidos a Capone y sus hombres, especialmente a Jack ‘Machine Gun’ McGurn, de quien se piensa podría haber realizado los disparos.

“Al planear la masacre, Capone intentaba eliminar a su rival, el irlandés Bugs Moran, pero este llegó tarde a la cita y escapó, aunque gravemente herido.

“La matanza dejó un gran impacto en la memoria popular del país, así como la leyenda de su implacable venganza contra tres traidores, John Scalise, Albert Anselmi y Joseph Giunta, a los que aplastó cabeza y cuerpo con un bate de béisbol tras convidarlos a una cena en su cuartel general de Hawthorne Inn, en Cícero. Por lo visto, habían conspirado con Joe Aiello para asesinar a Capone. Sus cuerpos fueron descubiertos en un camino solitario de Hammond (Indiana) el 8 de mayo de 1929.

Compartir este artículo: