Desaparecen los desaparecidos
Por Rafael Cardona
Hace muchos años uno de los más grandes cineastas de la historia, Akira Kurosawa, estremeció a la industria del cine con una película llamada Rashomon, en cuya trama –una violación y un asesinato–, la misma historia, vista por los ocho personajes en conflicto, es contada de manera distinta. Nadie tiene la verdad, nadie tiene la razón, pero cada uno tiene su versión.
Muchas cosas en la vida se parecen a Rashomon. Cada quien dice las cosas desde su personal punto de vista y su conveniencia. En la política es muy frecuente.
Hoy, vemos esa circunstancia en el grave tema de las desapariciones de personas. Como se sabe hay dos categorías para una desaparición. En algunos casos hasta tres.
Primero quien huye, se esconde, se va del mundo y hace otra vida en otra parte. En la literatura es célebre el caso enigmático de B. Traven, por ejemplo.
Otra circunstancia es la desaparición forzada. Una persona sufre secuestro por algún órgano del Estado y nunca más se vuelve a saber de él. Es, por ejemplo, el caso de Jesús Piedra Ibarra. También en esta categoría, aun cuando se clasifique de otra manera, están las víctimas del crimen organizado, cuyos cuerpos se “pozolean” o se incineran. Es el caso de los 43 de Iguala.
Y otros muchos.
¿Cuántos? Nadie lo sabe con certeza, pero todo mundo lo dice de acuerdo con su conveniencia.
“El Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no localizadas –dice Alejandro Encinas, subsecretario de Gobernación, comisionado para este tema–, ha dado a conocer un rasgo doloroso de la realidad al mostrar que hemos superado las 100 mil personas reportadas como desaparecidas. Lo ha hecho con toda responsabilidad…
“…Se creó el primer Registro de Personas Desaparecidas, que brinda información clara y en tiempo real de las más de 100 mil personas desaparecidas, pero también de las más de 145 mil localizadas, de las cuales, más de 135 mil (93.18%) han sido localizadas con vida…”
Dicho esto, resulta al menos incomprensible el punto de vista presidencial: las mujeres cuya vida se dispersa en lomeríos, cañadas, predios baldíos y eriales abandonados, en busca de los cadáveres de los desaparecidos, no buscan justicia y paz, practican el infame arte de la politiquería.
Al menos así lo dijo hace apenas un par de días:
Sí hay miles de desaparecidos, pero no la cantidad que establece el censo, entonces decidimos llevar a cabo un programa de búsqueda, de ir casa por casa y, lo estamos haciendo y afortunadamente estamos encontrando muchos, un porcentaje considerable de personas que estaban registradas como desaparecidas…”
“…Estamos atendiéndolos constantemente, yo en todas las giras que hago hablo con madres, con familiares de desaparecidos. Lo que no permitimos es que se utilicen estos casos tan lamentables, tristes, dolorosos, con propósitos politiqueros.
Es que hay, la verdad, mucha manipulación de medios como ustedes, —digo, con todo respeto— como Proceso, Reforma, Loret de Mola, Ciro Gómez Leyva, Carmen Aristegui, ya todos, o sea, por lo general.
“Entonces, es una campaña en contra utilizando de manera vil todo lo que les ayude a atacar al gobierno.
“Entonces ofrezco disculpas por lo que estamos defendiendo”.
“Disculpas por lo que estamos defendiendo”, suena raro.
EDUCAL-FCE
Quizá en lo administrativo fusionar la red Educal (una paraestatal distribuidora y comercializadora de libros) con el Fondo de Cultura Económica (una editorial de larga trayectoria), tenga algún sentido. El sinsentido es atribuirle al fondo un carácter de arcaico, aristocrático, sin arraigo popular y sin prestigio en la sociedad, como dice la propaganda del Circo Ataybo