Las horas de la reflexión irreflexiva
Por Rafael Cardona
Quizá no estemos obligados ni mucho menos compelidos a hacerlo, pero la sabia legislación electoral nos propone –o al menos sugiere–, dedicar los días de este largo fin de semana sin la estridencia insistente de las campañas (¿Por quién doblan las campañas?, diríamos en paráfrasis de John Donne), a reflexionar sobre la situación electoral y la decisión por venir, pues supone el sabio instituto cuyos no menos eruditos consejeros una oportunidad memoriosa de los electores cuyas meninges fatigadas aún deben tener sinapsis suficiente para distinguir las ofertas de una y otra candidatas o para fumarse entero y sin desfallecer, el rollo “churroguerresco” y barroco mariguano de Álvarez Máynez quien confunde la juventud con el parvulario, y lejos de ofrecer los rasgos distintivos de la nueva política, se hunde en el pantano de la nada techno y presume una falsa axiología de la precocidad como si ser joven fuera un mérito intelectual y no una simple circunstancia del tiempo cuya curación ocurre con el paso de los años (inútil en su caso), pero en fin, reflexionemos ante su entusiasmo cannábico con aquella frase lamentosa de Porfirio Barba Jacob (cuya poesía los de ahora desconocen), quien se lamentaba, soy un perdido, soy un mariguana, o ya de plano y sin remordimientos démosle duro a la pipa de Kiff como nos recomendaba desde su barbado sitial don Ramón del Valle Inclán el padre de aquel famoso “Tirano Banderas” ejemplo literario de la canalla enquistada en el poder latinoamericano y cuyos pasos muchos han seguido siempre bajo la sombrilla del amor por los pobres, aunque a veces se comporten con sus opositores como el “Tirano Tequitobanderas”, pero estas líneas ya se apartan del tono reflexivo y se convierten en el panfletito de todo reaccionario con poco de respeto por su turbio pasado, pues ya sabemos: todos los males de la humanidad presente, al menos la parte mexicana de esa humanidad, se deben al pasado anterior como nos ha dicho el señor presidente en un esfuerzo reflexivo cotidiano desde el púlpito mañanero, cuya cátedra vamos a extrañar, porque nunca va a ser igual la magra elocuencia de su segundo piso, ni mucho menos la perorata de la señora Gálvez quien de seguro se rehusaría a repetir la receta populista de esta formado hipnosis matutina; porque si Hegel decía, con la lectura del periódico el hombre moderno ha sustituido la oración de la mañana, la atención a una conferencia llena de falsedades y recetas repetidas y de mala cocción, ha sustituido la sana costumbre de pensar, porque la avalancha no deja tiempo, abruma y colma, satura y ensordece, por eso el éxito verbal, porque de los triunfos reales, ¿de dónde?, pues, si todo se ha ido en puro rosario falsario, como por ejemplo ese de las elecciones más limpias y tranquilas de nuestra historia porque no pueden ser limpias unas elecciones en las cuales el Poder Ejecutivo coloniza con una señora incondicional un instituto electoral cuya autonomía dejó de ser una realidad, casi como le ocurrió a la tembleque Comisión Nacional de los Derechos Humanos, pero esa es harina –por ahora—de otro costal, y tampoco se puede presumir de pulcritud cuando los opositores se han visto fustigados una mañana y otra también por la verborrea punitiva del señor presidente quien se mete y entromete en el proceso con una caradura digna de mejor causa y ya si hablamos de paz resulta difícil hablar de eso con más de 150 candaditos asesinados; otros emboscados o amenazados y quinientos de ellos renunciantes a sus anhelos políticos, antes de obligar a sus familias a velorios dolidos, así pues ¿cuál limpieza mi buen? y si queremos más casos, pues veamos con desconsuelo la triste historia de José Alfredo Cabrera, quien en medio de una multitud, en pleno mitin político, con la luz vespertina y la camisa roja de la alianza opositora a Morena, fue asesinado con dos tiros de Glock a quemarropa en la cabeza, en una repugnante imagen cuya violencia salvaje nos recuerda irremediablemente cómo mató Mario Aburto a Luis Donaldo Colosio, por eso más le hubiera valido al señor presidente guardar un ratito la sin hueso, antes de hablar de la violencia como herencia y no como materia de su atención responsable al menos durante los últimos años, cuando en vez de mermar la criminalidad aumentó tal como se multiplican las cabezas de una hidra bien cebada, pero resulta inútil pedirle prudencia o decoro al gran propagandista de su propia ambición, al hombre infalible cuyo verbo ha sostenido el edificio hipnótico durante este sexenio y aún antes, porque esta tristeza nacional y esta demolición institucional fue preparada con muchos años de anticipación, confrontación y tolerancia por el ogro atemorizado ante quien sabía gritar en plazas, carreteras y pantanos, hasta lograr su cometido con el respaldo financiero del propio gobierno al cual, se oponía municipio por municipio, pero ya eso es agua bajo el, puente con riesgo de acabar como puente bajo el agua, pero en fin, ya nada se puede hacer ante ese pasado, pero por eso resulta difícil creer las ofertas pacificadoras de su candidata, porque no es posible construir el segundo piso de nada si no se respeta la planta del edificio sobre el cual, se quiere edificar bajo la misma estructura, con idéntica arquitectura y estilo para los mismos fines y usos, con idéntico sentido y armonía, como hizo el señor ingeniero Petriccioli con la planta alta del Palacio Nacional, cuya estatura de dedal fue aumentada con una tercera planta, sin sobresalir ni un metro de la fachada anterior.