El Retrete de Doña Chole
Por Mario Héctor Silva.
Mal hablada y mal humorada como es la ‘Chole’, la vieja del vecindario que tiene una prole de diez chamacos, todos mugrosos y mal comidos, porque el billete del esposo, no le alcanza, entró en ‘shock’, y luego en cólera, cuando el conductor de la TV anunció que había sido aprobada la Reforma al Poder Judicial, el tema que se puso de moda hace algunos meses, antes de las elecciones.
Eso sí, muy política la cincuentona mujer, porque su madre fue de las ‘priyiístas’ que en antaño aplaudían a rabiar a los candidatos del PRI.
Entonces aprendió a mamar de la política y a vivir, de los apoyos que les daba el partido: las socorridas despensas, a base de frijol, a veces con ‘gorgojo’, sopas de sobrecitos, papas que amenazaban con ponerse muy ‘feas’, pero en ocasiones hasta con carne de pollo, cuando la suerte les sonreía, y de vez en cuando hasta boletos para que toda la familia se fuera a ver una ‘movie’ en el Coliseo.
La chole se sacó la chichi para amamantar al último y más pequeño de los críos, que rompió en llanto, justo al momento en que el conductor se desbordaba en los comentarios sobre los desastrosos efectos que dijo, podría traer los cambios y modificaciones a la Reforma del Poder Judicial.
Y sobrevino el ‘caos’ en la humilde vivienda de la mujer, que de inmediato gritó padres y madres, se le echó al esposo encima, que paciente, esperaba que Chole su mujer, le sirviera los frijoles, las tortillas y el chilito que había preparado para la cena después de una larga jornada de trabajo.
De paso, le reclamó que él (su esposo) era un inútil y el culpable de todos los males; de la pobreza en que vivían, de la situación que enfrentaban sus hijos, a quienes todavía no podía comprarles ni un solo cuaderno y mucho menos el uniforme que le exigían en la escuela y a quien incluso le dijo que era el responsable de que los chairos hubieran aprobado la “pinche reforma”, de la que dijo, hará “piores” y más “corruptos a los jueces, ministros y magistrados”, porque así había escuchado ella de las viejas con las que compartía el lavadero de la vecindad todos los santos días.
Y mientras volvía a cargar a su hijo de tres meses, a quien le zambutió en la boca la otra chichi, le confesó al “viejo inútil” que no entendía nada de las reformas, pero si entendía que las cosas iban a ser diferentes a partir de ayer en todo el país.
Que México estaba a punto de que se lo llevara la chingada…que era tiempo en pensar seriamente en irse con todos los chiquillos a los Estados Unidos, con los gabachos, porque allá iban a tener cuando menos que tragar.