noviembre 23, 2024

La monarquía republicana

Su disposición de compartir el escenario puede ser por dos cosas: convicción o conveniencia coyuntural. Muchos apuestan nada más por lo segundo.

Por Rafael Cardona

Es de sobra conocida la definición luminosa del sistema político mexicano hecha por Daniel Cosío Villegas: “…Se trata de una Monarquía (Republicana, añado yo) Absoluta Sexenal y Hereditaria por Línea Transversal…”.

La línea de la herencia no se da por las ramas descendentes del árbol genealógico, sino por afinidad –o dominio–, hacia algún correligionario quien tarde o temprano traicionará al donante de los privilegios recibidos y la culminación de los favores formativos con la candidatura presidencial, con ánimo exclusivo de imponer su propia fórmula para prolongar la herencia transversal. Así ha sido durante mucho tiempo… Sin contar con la egolatría de una obra –política, social o histórica–, perdurable.

Sin embargo, la democratización al menos de los procesos electorales, si bien no de toda la vida pública, hizo creer a algunos ilusos en el advenimiento de la izquierda como camino seguro para la verdadera democracia integral. Creyeron, por ejemplo, en la verdad de aquel Partido de la Revolución Democrática. Y también aprobaron su continuación en el Movimiento de Regeneración Nacional.

Las cosas empeoraron. Y en estos tiempos aún más notable ha sido la herencia casi monárquica. Al menos hasta ahora, cuando la candidata ganadora no recibe aún el carácter de presidenta electa. Su disposición de compartir el escenario puede ser por dos cosas: convicción o conveniencia coyuntural. Muchos apuestan nada más por lo segundo. Otros, por una mezcla de ambas y también hay quien cree en la firmeza ideológica de su conciencia.

Quienes no compartieron su oferta de campaña, lo hacían entre otras cosas por sospechar un amplio grado de dependencia derivado de su formación. Hoy las cosas son como se ven. Ya no hay espacio para suposiciones. La evidencia es elocuente. Estos son fragmentos de la gira por La Laguna, este pasado fin de semana:

“(CSP).-…Siempre dije en la campaña que lo que representamos es el segundo piso de la Cuarta Transformación de la vida pública. El presidente puso los cimientos, el primer piso, porque lo que se ha hecho en estos casi seis años, creo que no lo había hecho ningún presidente en toda la historia de México, y ahora nos toca seguir sirviendo al pueblo de México, con nuestros principios. Sí, es un honor estar con Obrador.

“Nos toca este segundo piso que tiene principios muy claros, los dije aquí también la última vez que estuve, el principio de por el bien de todos, primero los pobres; el principio de que no puede haber gobierno rico con pueblo pobre y el principio de que el poder sólo es virtud cuando se pone al servicio de los demás. Así vamos a seguir gobernando…”.

Y así se cierra el aro:

“(AMLO).-Vamos a seguir adelante. Es para mí una dicha enorme, como para ustedes, que lo saben, que no va a haber retrocesos ni un paso atrás ni siquiera para tomar impulso; vamos para adelante a seguir transformando al país…

“…Pero eso, en unos meses, porque yo ya —me faltan tres meses, como 100 días— me voy a jubilar, porque ya terminó mi ciclo, y porque no hay que tenerle mucho apego ni al poder ni al dinero.

“Además, aquí en La Laguna lo saben muy bien, porque aquí en San Pedro, en las colonias, estuvo el más importante presidente defensor de la democracia, nuestro Apóstol de la Democracia, Francisco I. Madero, que siempre sostuvo su lema: “Sufragio efectivo, no reelección”.

“Pero imagínense, me voy contento, porque está asegurado el relevo; primero, por ustedes, porque queda la lección de que el motor del cambio es el pueblo. Solo el pueblo puede salvar al pueblo. Y como decía el presidente Juárez: “Con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada”.

“Esa es la lección que se está dejando, y por eso se va a continuar avanzando”.

Las dudas comienzan a volverse certezas.

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