noviembre 23, 2024

Rosa Icela, el zape y el sapo

La secretaria le pidió autorización para divulgar lo reservado, y el presidente –como si la reunión previa no hubiera sido suficiente para hablar de la estrategia–, le contestó con un NO, redondo como la palabra Roma, habría dicho Gilberto Owen, ese poeta olvidado.

Por Rafael Cardona

Presentada ante el público como la continuación informativa de la gran reunión cotidiana de análisis sobre asuntos de inseguridad interior; inseguridad pública y hasta inseguridad nacional, la conferencia mañanera presidencial es cualquier cosa menos eso.

Hace unos días, en un ejercicio más de propaganda, el señor presidente dispuso cámaras y micrófonos en la sala de juntas donde efectúa su cotidiana evaluación sobre la inseguridad (decir seguridad es un eufemismo erróneo,) en cuyo discurso lo vimos repantigado en muelle sillón, perorando frente a un coro de cortesanos, de un tema al otro en medio de aromáticos sorbos de café.

La conferencia ya dicha, cuyo método será continuado por la futura presidente (a), la científica CSP –ya lo sabemos— es también una herramienta de control y una gran batea de atole con el dedo para los devotos y débiles de entendimiento crítico. Pero sobre todo es una férrea exhibición de disciplina para mantener el control del gabinete y exhibir a sus colaboradores en el esplendor de sus limitaciones o mandarles mensajes políticos a sus correligionarios y empleados.

Y eso fue, vergonzosamente, lo ocurrido con la secretaria de Seguridad, Rosa Icela quien aparentemente posee detalles sobre el caso Zambada cuyo contenido el presidente no quiere divulgar mientras insiste en tirar la pelota del otro lado de la red y exigirle a los Estados Unidos la información escamoteada.

La secretaria le pidió autorización para divulgar lo reservado, y el presidente –como si la reunión previa no hubiera sido suficiente para hablar de la estrategia–, le contestó con un NO, redondo como la palabra Roma, habría dicho Gilberto Owen, ese poeta olvidado.

Así se consigna ese episodio en la versión oficial de la “mañanera” en la página de la presidencia:

“PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: No, lo que nos informaron fue de Guzmán López, o sea, es que tenían ellos — ¿por qué no explicas? —, tenían pláticas con él y que de repente no sólo llegó Guzmán López, sino llegó el señor Zambada.

“ROSA ICELA RODRÍGUEZ VELÁZQUEZ: Puedo explicar que (inaudible)…

“PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: No.

“ROSA ICELA RODRÍGUEZ VELÁZQUEZ: Mejor uno consulta, ¿verdad? (comenta con un rictus ajeno a la estenografía).

“PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: No, es que (¿qué, qué?), miren, es de lo mejor que hay como servidora pública, pero en este asunto lo que queremos… (¿Qué queremos?)

“Aunque ustedes —además, lo hacen de manera legítima, es su trabajo de ustedes, ustedes son mirones profesionales— quieren más información, nosotros tenemos que cuidar hasta tener información oficial, porque es un asunto delicado.

“Imagínense ustedes si no es delicado, que, como aquí se dijo, estamos hablando de uno de los grupos de más fama, tradición y actividad ilícita durante mucho tiempo. Entonces nosotros no queremos que una decisión que se tomó en este sentido, este acuerdo o no acuerdo, nos vaya a generar un conflicto interno mayor.

“Pero nosotros tenemos que cuidar, sobre todo, la vida de los mexicanos, de todos los mexicanos, de todos. Entonces, no queremos especular, si no vamos a actuar a partir de la información.

ROSA ICELA RODRÍGUEZ VELÁZQUEZ: Ya lo dijo, presidente (¡bravo!, le faltó).

PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: No. Lo que te informaron a ti oficialmente (o sea, la información de RI, no es oficial) y hasta donde tenemos información…

“ROSA ICELA RODRÍGUEZ VELÁZQUEZ: De acuerdo, presidente (más faltaba).

“La parte de lo que corresponde de lo que aquí ya se ha informado es que en Estados Unidos hubo un acuerdo entre las personas que están, digamos, en reclusión con las personas que están libres, y hubo un acuerdo entre ellos para la entrega respectiva, para que fueran a entregarse a Estados Unidos…”.

Mientras tanto el presidente, paternal y condescendiente, le palmeaba la espalda a la futura secretaria de Gobernación quien tragaba sapo gordo, sudaba la ropa y sonreía nerviosamente.

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